Todo comenzó cerca de las 23, cuando un joven de poco más de 25 años que circulaba en una moto junto a su pareja fue interceptado por otro rodado con dos ocupantes armados con cuchillos en la zona de Alta Barda.
Sin mediar palabras, el conductor fue atacado y sufrió heridas cortantes en el abdomen, cayendo al suelo. A pesar del shock y el dolor, logró continuar algunos metros hasta encontrarse con un móvil policial, lo que permitió que el hecho fuera advertido de inmediato y se activara el protocolo de emergencia.
A partir de ese momento, la respuesta policial fue inmediata. Mientras se asistía a la víctima y se irradiaba la alerta, personal de prevención inició un patrullaje intensivo en la zona. Minutos después, efectivos detectaron una moto 150cc. con características coincidentes y procedieron a identificar a sus ocupantes.
Fue allí donde la situación escaló de manera dramática: los sospechosos atacaron directamente a los uniformados con armas blancas y utilizaron la moto para embestirlos y escapar.
En ese contexto extremo, un Suboficial recibió cortes en el rostro y un brazo, mientras que otro efectivo fue atropellado, sufrió una fractura en el tórax y también heridas cortantes en distintas partes del cuerpo. Aun así, los policías intentaron continuar con el procedimiento hasta que, debido a la gravedad de las lesiones, debieron trasladarse al hospital local para recibir atención médica.
La escena dejó en evidencia el nivel de violencia enfrentado y el compromiso del personal policial, que no dudó en intervenir pese al riesgo concreto para su integridad física.
Mientras los efectivos eran asistidos, la investigación continuó sin pausa. En el hospital, la pareja de la víctima aportó un dato clave que permitió orientar la pesquisa hacia un conflicto con su ex pareja previo al ataque. Con esa información, y tras una rápida coordinación entre distintas unidades policiales, se logró ubicar un domicilio donde se encontraba una moto compatible con la utilizada en el hecho.
Con intervención judicial inmediata, se dispuso un allanamiento que permitió secuestrar prendas de vestir y avanzar con la detención del principal sospechoso, un joven de poco más de 20 años, ex pareja de la mujer. Además, se realizaron rastrillajes en sectores descampados y se solicitaron imágenes de cámaras de seguridad en puntos estratégicos de la ciudad para reconstruir la huida y fortalecer la causa.
Este hecho refleja no solo la violencia que puede emerger en situaciones de conflicto, sino también el rol fundamental de la Policía de Río Negro, cuyos efectivos actuaron con rapidez, profesionalismo y una entrega que excede cualquier manual. Policías que salieron a patrullar y terminaron heridos, pero que nunca retrocedieron frente al peligro, reafirmando con hechos su vocación de servicio y su compromiso diario con la seguridad de la comunidad.